miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sobre la transmisión de la fe a los hijos

http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/733/2283/articulo.php?id=34420

Sobre la transmisión de la fe a los hijos
Intervención de Kiko Argüello.


Me han invitado a hablar brevemente sobre como las familias
en el Camino Neocatecumenal transmiten la te a los hijos. Miles de familias
hoy se encuentran frente al problema de sus hijos que en la escuela y en la
universidad están abandonando la Iglesia. ¿Cómo pueden las familias
cristinas responder a esta situación de secularización, a este cambio de época, a la globalización, a un ambiente contrario a los valores cristianos?
Dios se ha manifestado a su pueblo sobre el Monte Sinaí.
Dios ha querido elegir a un pueblo para revelarse, a través de su
actuación, a la humanidad entera. Ha elegido un pueblo de esclavos en
Egipto y ha comenzado a actuar con ellos. Dios se ha revelado a través de
la actuación en su historia. Después de haber hecho milagros, abriendo el
mar y guiando a su pueblo a través del desierto, Dios ha hecho una alianza
con ellos. Se ha aparecido sobre el monte Sinaí, allí donde el pueblo vio
temblar la montaña y oyó un ruido terrible, la humanidad ha sentido por
primera vez la voz de Dios. Y Dios habló así: "iShemá Israel, Adonai
Elohenu, Adonai Ehad! iEscucha Israel!. iYo soy el único! iY tú amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas y amarás a tu prójimo como a ti mismo!". Pero enseguida añade:
"¡Esto lo repetirás a tus hijos cuando estés en casa, cuando estés por
la calle, cuando te acuestes y cuando te levantes!". Y cuando llegue
el momento en que tu hijo te pregunte: "¿Cuál es el significado de,
estas leyes, de estas tradiciones y estos mandamientos?". Tú le dirás:
"Éramos esclavos del Faraón en tierras de Egipto y el Señor nos ha
sacado con mano potente. Delante de nuestros ojos el Señor ha obrado signos
y prodigios contra el Faraón y contra su casa. Nos ha sacado para guiarnos
hacia una tierra que había jurado a nuestros padres". Esto está
escrito en Deuteronomio 6.


Esta palabra "Shemá" es hoy el Credo fundamental
de Israel. Los hebreos ortodoxos la proclaman tres veces al día. Este texto
tan importante para el pueblo hebreo a lo largo de los siglos y que ha
mantenido unida a la familia hebrea, nos ayuda a entender la importancia de
que los padres transmitan la fe a sus hijos y nos muestra también que este
mandamiento divino se ha dado a los padres y no se puede delegar a otra
persona. Son ellos los que tienen que contar a sus hijos las obras que Dios
ha hecho en su favor.


Yo he estado en contacto con muchas familias católicas,
familias pertenecientes a la acción católica que estaban también en otros
movimientos eclesiales que han delegado a la parroquia la transmisión de la
fe a los hijos. Y después cuando los hijos han ido a la Universidad han
descubierto que los hijos habían perdido la fe. No han obedecido al
mandamiento según el cual ellos son los primeros que principalmente deben
transmitir la fe a sus hijos, según el mandamiento divino.


Para los primeros cristianos la transmisión de la fe a los
hijos, a través de la Sagradas Escrituras cumplidas en Jesucristo,
era una misión fundamental. Conocemos el testimonio en la segunda carta de
San Pablo a Timoteo: "Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y
en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde
niño conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría que
lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús" (2 Tim 3,14-15).
Esta tradición se ha mantenido de distintas formas en las familias
cristianas a lo largo de los siglos. Y es todavía más evidente en el
testimonio de numerosos niños y jóvenes que fueron martirizados.


El Camino Neocatecumenal, como iniciación cristiana en las
diócesis y en las parroquias, enseña hoy a los matrimonios también a
transmitir la fe a sus hijos, en particular a través de una celebración, en
una liturgia doméstica.


Nosotros les enseñamos que la familia cristiana tiene tres
altares:


el primero es la mesa de la Santa Eucaristía,
donde Jesús ofrece el sacrificio de su vida para nuestra salvación. El
segundo altar es el tálamo nupcial, donde se cumple el sacramento del
matrimonio y se da la vida a nuevos hijos de Dios. Les enseñamos cómo se
debe cumplir el acto conyugal, que antes necesitan rezar, y se enseña a los
niños que el dormitorio de los padres es un lugar santo. A los cristianos
hay que enseñarles que el tálamo nupcial se debe tener en gran honor y
gloria. El tercer altar es la mesa donde la familia se reúne para comer,
bendiciendo al Señor por sus dones. La celebración doméstica, en la cual se
transmite la fe a los hijos, se hace alrededor de esta misma mesa, donde
los padres pueden pasar la fe a los hijos.


Después de más de treinta años del inicio del Camino
Neocatecumenal, uno de los frutos que más nos consuela es ver la familia
reconstruida. Y la familia se convierte en un verdadero "santuario
doméstico de la Iglesia". Estas familias que están en el Camino están
todas abiertas a la
vida. El Camino
Neocatecumenal tiene una de las tasas más
altas de natalidad del mundo -cinco hijos por familia- incluso más que los
musulmanes. Les enseñamos qué significa dar un hijo a Dios. Estas familias
que son numerosas, cumplen el deber fundamental de las familias cristinas,
que es el transmitir la fe a sus propios hijos. Además de las oraciones de
la mañana y de la tarde, dan gracias a Dios antes de las comidas y
participan en la Eucaristía con sus padres en la comunidad de ellos.


La transmisión de la fe a los hijos se hace principalmente,
como hemos dicho, en una liturgia doméstica, celebrada regularmente en el
Día del Señor. En esta celebración, como la familia es grande, se prepara
la mesa con un mantel blanco, una vela, flores y la Biblia. Uno de los
hijos toca la guitarra, otro la flauta y rezan juntos con sus padres y
abuelos. En esta celebración los padres rezan los salmos de laúdes con sus
hijos. Los padres preparan una lectura, que puede ser también el evangelio
de la misa de ese domingo. Entonces el padre pregunta a cada hijo:
¿"Que te dice Dios a través de ésta lectura para tu vida?".
Impresiona mucho ver como los niños son capaces de aplicar la palabra de
Dios a su experiencia de vida. Al final, después de que todos los niños han
hablado, los padres dan una catequesis basada sobre su experiencia. Dicen
lo que la Palabra significa para ellos. Al final invitan a los niños a que
recen por le Papa, la Iglesia, por los que sufren, etc. Después rezan el
Padrenuestro todos juntos y se dan el signos de la Paz. Y así cada domingo
en cada familia cristiana. . .


El resultado de ésta preciosa atención de los padres hacia
sus hijos es que casi el 100% de los hijos del Camino Neocatecumenal
permanece en la
Iglesia. Esta
es la razón por la que hemos llevado 50.000
jóvenes a Toronto y 75.000
a
Paris. Es maravilloso ver como las comunidades
neocatecumenales en las parroquias están llenas de jóvenes ¡llenas de
jóvenes! Al encuentro con el Papa en Roma, en Tor Vergara, hemos llevado
100.000 jóvenes, todos pertenecientes al Camino Neocatecumenal Y de estas
familias numerosas, de este tipo de educación de los hijos, de estas
celebraciones domesticas, están surgiendo miles de vocaciones, miles. . .
Hemos abierto ya 50 seminarios diocesanos Redemptoris Mater (aplausos); de
estas comunidades han entrado en los conventos de clausura 4.000 hermanas;
todos los conventos en Italia, benedictinas, clarisas. . . están llenos de
hermanas que vienen del Camino Neocatecumenal


Y esto no es un movimiento. Estas comunidades son en las
parroquias como una iniciación cristiana que pertenece a la Iglesia. La Iglesia
ha reconocido que no somos una asociación ni una congregación ni un
movimiento. Nuestra misión es la de ayudar a las parroquias y a los obispos
a tener un itinerario de iniciación cristiana que ayuda a madurar la fe -
como la sagrada
Familia
de Nazaret - . Porque Nuestro Señor, la Palabra
del Padre, que tomó carde de la Virgen Maria, nació como un niño que tenia
necesidad de crecer para convertirse en hombre, para ser adulto. Solamente
de adulto podía cumplir su misión de salvar al mundo cuando llegase a los
30 años. ¿Cómo se hizo adulto? Obedeciendo a Maria y a José. De la misma
forma hoy mucha gente que ha recibido el bautismo tiene una fe pequeña, una
fe infantil. Esta fe tiene que crecer en un ambiente cómo la Familia de
Nazaret, haciéndose adulta obedeciendo al párroco y a los catequistas, en
obediencia al párroco y a los catequistas.


Estamos agradecidos al Pontificio Consejo para la Familia
que ha comenzado a interesarse por este fenómeno. Se han quedado
sorprendidos de todos estos jóvenes y de lo que estamos haciendo y nos han
invitado a proponer a toda la Iglesia el mismo tipo de celebración
(doméstica) que nosotros hacemos. Cuando tuvimos un encuentro con Mons.
Bugnini, que era un estrechó colaborador del Papa Pablo VI y era el
encargado de toda la renovación litúrgica, el RICA, etc. nos dijo que en la
Iglesia faltaba una liturgia domestica; y cuando supo lo que estábamos
haciendo, quedó muy impresionado. Así que estamos muy contentos de
colaborar con el Pontificio Consejo para la Familia y de dar nuestra
pequeña contribución a través de lo que Dios esta haciendo con nosotros. Me
gustaría proponer todo esto a todos los demás, para ayudar a otra gente, a
otras optimas familias de todas las otras realidades cristianas que tienen
dificultad con sus hijos durante su crecimiento, en la escuela. En toda
Europa hay un ambiente de izquierdas con una terrible educación sexual que
esta contra la enseñanza cristina. Los padres sufren mucho viendo a sus
hijos contaminados por esta cultura. Esta es la verdad.


Y me gustaría hacer entender a toda la Iglesia que lo que
estoy diciendo no es un problema secundario, una devoción; es una cuestión
de vida o muerte para la Iglesia. ¡Una cuestión de vida o muerte! Si la
Iglesia no es capaz de transmitir la fe a la próxima generación, morirá
(aplausos). Esto es tan importante que el santo Padre y el Pontificio
Consejo para la Familia han entendido que estamos perdiendo. . . hay
parroquias que en las cuales ya no hay jóvenes. ¿Dónde están? No es cuestión
de hacer teatro u otras estupideces con los niños, sino de darles un
contenido verdadero y serio. Porque ellos tienen que hacer frente a un
ambiente que esta completamente en las antípodas de la realidad del
Evangelio. A través de la globalización del mundo entero, la secularización
esta llegando con mucha rapidez, poniendo en crisis a todas la religiones. En Europa
estamos perdiendo las escuelas cristianas, no hay más escuelas en las que
se enseñe la
religión. Las
órdenes religiosas no tienen más vocaciones
y están abandonando las escuelas y las universidades. Hemos perdido las
universidades, y a nuestros hijos se les enseña Hegel, Marx.. . todo lo
contrario, el nihilismo. Estas cosas nos las dicen nuestros jóvenes.


Pero a la Iglesia le queda algo que es una fórmula
vencedora: la familia (aplausos). Nosotros hemos visto que nuestros hijos,
educados en una familia estable, no vacilan en la escuela. Se hacen
objetores. Cuando en las clases de educación sexual se les enseña a
masturbarse y otras cosas contrarias al Evangelio, se ponen de pie y hacen
objeción de conciencia. Los padres van a hablar con el director. No
sucumben a todo esto. En la universidad, donde todo es contrario a los
valores cristianos, no sucumben, no pueden convencerles. Detrás de ellos están
su familia y su comunidad cristiana, una comunidad neocatecumenal de 40 o
50 hermanos que están todos unidos, dónde aparece Dios, donde ya no hay
clases sociales. Todos son hermanos: ingenieros, señoras de la limpieza,
vagabundos, ¡todos hermanos! No hay diferencia de lengua o cultura, entre
blancos y negros, entre gente culta e ignorante. No hay pobres ni ricos,
son todos hermanos que se ayudan el uno al otro. Si hay una familia con
muchos hijos que no puede llegar a final de mes, la comunidad hace una colecta
para ayudarles. La comunidad ayuda a la familia y la familia salva a la
Iglesia (aplausos).


Nuestra sociedad está destruyendo la familia y, en
particular, Europa está caminando hacia la apostasía y está haciendo que la
familia se separe. A causa del trabajó no tenemos tiempo para volver a casa
y comer juntos. Las nuevas generaciones ya no comen juntos. En Europa no
hay lugares de encuentro, no hay tiempo. Pon la mañana un chico sale a
jugar al baloncesto y una chica va a bailar. Están siempre fuera, no se
reúnen nunca, no se sientan a hablar. La mujer trabaja, el hombre trabaja,
cuando vuelven a casa los hijos ya duermen. Y la familia se está
destruyendo en cuanto al tiempo (el ritmo del trabajo y los horarios
escolares), en cuanto a su composición (parejas homosexuales, parejas de
hecho, divorcio), en cuanto a su estilo de vida (la gente vive de un modo
que está en contra de la familia) y sobre todo a través de una cultura que
nos rodea y que es contraria al Evangelio.


Estamos convencidos de que la batalla real que la Iglesia
tiene que afrontar en el tercer milenio, el desafío que tenernos que
afrontar y en el que se juega nuestro futuro, es el de la familia. Por esto
he dicho que estamos contentos de colaborar con el Pontificio Consejo para
la Familia, llevando la experiencia de tantas familias, después de tantos
años en los cuales hemos visto que ésta es una fórmula vencedora. Con ellos
estamos buscando hacer una guía. Sobre la base de una experiencia de más de
treinta años, con familias de diferentes culturas y clases sociales,
podemos hacer algo válido, no sólo un esquema diseñado en la mesa de un´
bar, sino algo serio, una guía para la familia, una experiencia del camino
neocatecumenal a través de la cual la Iglesia puede ayudar a la familia a transmitir
la fe a los hijos. Pienso que todo esto es una gran contribución para la
familia.


Espero que esta pequeña semilla que ahora sembramos pueda
un día convertirse en un árbol lleno de frutos, porque si un niño de cuatro
años ha visto a su padre rezar en la asamblea con sinceridad, no lo
olvidará jamás, jamás (aplausos). Muchos adultos no olvidarán jamás el modo
en el que han celebrado en sus propias familias, donde han visto el amor de
sus padres por Dios y cómo rezaban con verdadero convencimiento.


Rezad por mí. Gracias.

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