Se celebrará el 2 de enero en Madrid
- La concentración costará medio millón de euros
- El Ayuntamiento de Madrid colabora 'muy generosamente' en especie
- Los Kikos ponen a la mayoría de la gente y pagan gran parte del encuentro
José Manuel Vidal Madrid
El cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia episcopal española, Antonio María Rouco Varela, quiere convertir Madrid en "la capital europea de la familia cristiana" de una forma estable. Este año el Woodstock católico será el día 2 de enero, en la plaza de Colón, a la que se espera que acuda un millón de personas. El coste de la concentración católica será de medio millón de euros, que pagarán, en su mayoría, los neocatecumenales, promotores y alma numérica y financiera del evento.
"Rouco quiere mucho y mima a los Kikos", decía hoy, tras la rueda de prensa, un eclesiástico madrileño. Y con razón. El presidente del episcopado sabe que el movimiento fundado por Carmen Hernández y Kiko Argüello es el único que puede llenarle la plaza de Colón. Y, además, le paga la fiesta.
"El año pasado, los neocatecumenales entregaron medio millón de euros para costear la fiesta de la familia, pagando así la mitad de lo que nos costó", reconoce María Rosa de la Cierva, mano derecha del cardenal madrileño. Y este año harán más o menos lo mismo, aunque tendrán que aportar mucho menos. Y es que los organizadores, dada la crisis actual, han recortado los gastos a la mitad. "El coste aproximado será de medio millón de euros", reconoce María Rosa.
Para cubrir el presupuesto, los organizadores, capitaneados por el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, y por la propia María Rosa de la Cierva, cuentan con las aportaciones de los fieles, fundamentalmente a través de sms y de la colecta de la misa, la contribución del Ayuntamiento de Madrid y, sobre todo, la aportación de los Kikos.
A través de los sms esperan recaudar unos 80.000 euros. A eso habrá que sumar lo que se recoja en la colecta de ese día en misa. Por otra parte, el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, "está colaborando a fondo pero en especie", sobre todo en lo que se refiere a seguridad y atención sanitaria, como explica De la Cierva. Y, el resto lo pondrán los Kikos, como todos los años.
Altar y cruz de 25 metros
La parte del león del presupuesto se lo lleva la megafonía, las pantallas de televisión, las sillas y el majestuoso altar de 25 metros de ancho por 3 de alto y tres de largo, coronado por una cruz también de 25 metros. "Para que se vea desde todo Madrid", dice María Rosa.
Dado que pagan y traen a la gente, los Kikos reciben lógicamente, un trato de favor. Tanto la estética de la celebración, presidida por un icono neocatecumenal, como los cantos, les pertenecen. Además, Kiko Argüello es el único líder de los grandes movimientos religiosos que tiene asegurada una intervención en el acto, así como la interpretación de una canción. Este año interpretará 'Paloma incorrupta', en honor de la Virgen.
Como reconoce De la Cierva, "la convocatoria es del cardenal Rouco y de la provincia eclesiástica madrileña, pero los neocatecumenales son muchos y tienen familias muy numerosas de hasta 19 hijos y, por eso, su presencia es tan significativa".
'La familia católica no es la cárcel del amor'
El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, es el responsable de los contenidos de la gran fiesta del catolicismo. Para el prelado, se trata, sobre todo de una "fiesta de la esperanza", para "gritarle al mundo la grandeza, la belleza y el bien social que representa la familia cristiana".
Y es que el prelado de Alcalá sostiene que la familia cristiana ("que no tradicional, no me gusta etiquetarla así") es "tan bella como la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona". Un "auténtico patrimonio espiritual", que los políticos deberían proteger y cuidar, como hacen con el artístico.
La familia católica no es, según Reig, "la cárcel del amor", como sostenían las ideologías colectivistas, sino la cantera de "ciudadanos libres" y un "auténtico bien social". Por ejemplo, por su enorme contribución a la natalidad del país. "El descenso demográfico de España es un suicidio" y "el país no podrá salir adelante sin la familia cristiana", que, en estos momentos, es la que más hijos tiene y, por lo tanto, la que más contribuye al crecimiento demográfico que tanto necesita el país.
El prelado sostiene que los políticos "deberían darle un premio a las familias numerosas" y, si no lo hacen, es porque les suena a la época de Franco. En cualquier caso, Reig lanza su receta para salir de la crisis actual: "Más familia, menos política y menos deporte".
El obispo de Alcalá dice sentir "aburrimiento y, a veces, náuseas" ante el panorama mediático español casi exclusivamente centrado en la política ("lo que dice o deja de decir Montilla"), en el deporte, algo en economía y nada en la familia.
"¿Es que los políticos no tienen familia?", se pregunta el prelado. Esto hace, además, que los dirigentes se olviden de lo realmente importante: "La familia, los que hacen cola ante Cáritas, que se están triplicando en relación con otros años, o los que van a perder los 400 euros de subsidio".
'No es un pulso al Gobierno'
Con todo, los organizadores de la fiesta católica no quieren plantearla como un pulso al Gobierno. Al menos, formalmente. "La Iglesia no está para pulsos, guerras o confrontaciones con nadie", dice el obispo de Alcalá. Y añade: "No nos interesa la confrontación, porque no conduce a ninguna parte".
Eso sí, en la rueda de prensa queda claro también que la familia católica se "siente atacada". Y el propio monseñor Reig explica que, en estos momentos, "la hegemonía le corresponde a una cultura que no es cristiana" y, por eso, "es difícil ir contracorriente de una cultura y de unas leyes que no van en nuestra dirección".
Los líderes religiosos quieren, sin embargo, plantear las cosas en positivo y que la celebración del día 2 sea una fiesta de reafirmación propia. "Se trata de visualizar que no estamos solos, que hay más gente que comparte nuestra misma fe y alegría, que Cristo está presente y que se nota", dice Lucía Cazzola, la madre de una de las familias invitadas a la presentación del evento.
Fiesta de la esperanza
O, como dice, monseñor Reig, una "fiesta de la esperanza" o de una "buena noticia" en medio de tantas malas. Y cita algunas, como el aumento del alcoholismo, del consumo de drogas o del número de parados. "Nos preocupa que España caiga en una situación de falta de esperanza", dice.
Para vencer esa situación, los obispos proponen gritar desde la plaza de Colón a los cuatro vientos europeos que "la familia cristiana es el presente y el futuro". Y que "sin familia fuerte, España no va a ser una sociedad fuerte", proclama monseñor Reig.
Una fiesta de todo el país, aunque se celebre en la diócesis de Madrid.
Primero, por estos años de tradición que ya lleva a cuestas. Y segundo, porque muchas otras diócesis no tienen la infraestructura necesaria para un evento de estas características. Aunque, en algún momento, se pensó en hacer que la fiesta de la familia fuese de gira por diversas diócesis españolas.
En la de este año se espera la presencia de varios cardenales europeos y de muchos obispos españoles. Por ahora, se han apuntado ya 22, pero "esperamos superar los 47 del año pasado", dice De la Cierva. Vendrán, incluso, los obispos catalanes. "En Roma coincidí con el cardenal Sistach y me dijo que vendría a Madrid", dice María Rosa, como si de un logro especial se tratase.
El programa de la edición de este año, que comenzará a las 10 de la mañana y terminará a las 3 de la tarde, comenzará con una bienvenida del obispo organizador, monseñor Reig, para continuar con cantos, villancicos y testimonios, como el de la presidenta de Manos Unidas, Myriam García Abrisqueta.
Tras la intervención de Kiko Argüello, vendrá el plato fuerte: la conexión en directo con la Plaza de San Pedro. Desde allí, Benedicto XVI rezará el ángelus, dirigirá un mensaje a los congregados en Colón e impartirá su bendición. Tras la intervención del Papa, se celebrará una misa solemne, presidida por el cardenal Rouco Varela, para concluir la gran fiesta de la fe del catolicismo español.
Fuente del artículo: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/12/13/espana/1292256442.html
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