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Conservadores o progresistas, varios grupos influyen en el cónclave; el cardenal Scola pertenece a Comunión y Liberación
ROMA.- "Muchos cardenales han hecho el camino", dice el vocero en Roma del movimiento conservador Camino Neocatecumenal ("los kikos"), Javier Sotil. Es una forma de indicar que llegaron a la cima del poder vaticano. Y no son los únicos.
Desde los más conservadores hasta los moderadamente progresistas, todos los movimientos eclesiales tienen una potente voz en Roma. Y pueden ser determinantes en el cónclave que se inició ayer.
Es un secreto a voces que los cardenales Ennio Antonelli y João Braz de Aviz forman parte de los focolares, la familia espiritual creada en los años cuarenta por la maestra italiana Chiara Lubich.
Los focolarini (integrantes de esos hogares o focolares comunitarios) no son muchos pero sí muy influyentes gracias a la red de empresas que crearon. Más de 800, radicadas sobre todo en Europa y América latina. Empresas que se mueven como pez en el agua dentro de la economía de mercado, pero que "promueven una forma nueva de funcionamiento económico que tiende a la promoción solidaria del hombre en la sociedad", dice la presidenta del movimiento, María Voce.
Voce resta importancia al poder de los focolares en el próximo cónclave. "Sería un grave error intentar influir en una elección así", dice. Aunque no deja de precisar que "son varios los cardenales y obispos que comparten el espíritu del movimiento". Algunos de ellos tan importantes como los cardenales Antonelli y Braz de Aviz y el ministro del Interior vaticano, Giovanni A. Becciu.
Pero si los seguidores de Chiara Lubich tienen representantes en el cónclave, el papable mejor situado, el arzobispo de Milán Angelo Scola, es hombre de Comunión y Liberación (CL). Fundado en los años sesenta por un sacerdote lombardo, don Giussani, CL tiene gran proyección política. ¿Perjudicará a Scola esta proximidad con un movimiento ligado a la centroderecha italiana? "Siendo todos cardenales, todos son susceptibles de ser elegidos, obviamente", responde, prudente, el actual presidente de la fraternidad, el sacerdote español Julián Carrón. "Nosotros sólo deseamos que sea elegido aquel al que reconozcan, con la ayuda del Espíritu Santo, como el más capacitado para responder a los desafíos de la fe en nuestro tiempo."
Focolares y CL tienen sus respectivos cuarteles generales en Milán, pero no descuidan Roma. También tiene una base en la Ciudad Eterna el Camino Neocatecumenal. Un movimiento muy conservador y el más alejado, aparentemente, de las esferas de poder vaticano. "No lo crea. Lo que pasa es que al camino no se pertenece porque es un itinerario", dice Javier Sotil, director espiritual del seminario Redemptoris Mater, uno de los cuatro con que cuenta la diócesis de Roma, dedicado a formar misioneros.
Los kikos -por el nombre del español Kiko Argüello, que lo fundó junto con Carmen Hernández, en los 70- son los más radicales en su entrega a la causa. Y la Iglesia lo sabe. "Para que se haga una idea -precisa Sotil- hay hasta 20 cardenales, que tienen en sus diócesis seminarios Redemptoris Mater."
Entre ellos figuran el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela; el de San Pablo, Odilo Pedro Scherer, y el de Colonia, Joachim Meisner, que inauguró el seminario de Bonn.
Los kikos cuentan con cientos de miles de miembros y se han convertido en la fuerza de choque de la nueva evangelización propugnada por Juan Pablo II y, sobre todo, por Benedicto XVI, que creó incluso un ministerio vaticano para dirigirla.
El estilo de Comunión y Liberación es más moderado. "Moviéndonos con frecuencia en los ambientes normales de la vida [trabajo, universidad, barrio, etc], para nosotros era evidente desde hace tiempo que la fe no se puede dar por supuesta", dice Carrón.
Si Juan Pablo II fue acusado más de una vez de proteger al Opus Dei (una prelatura personal y no un movimiento), no puede negarse la inclinación de Benedicto XVI hacia los ciellini . A la fraternidad pertenecen las cuatro memores (laicas consagradas) que cocinaban para él, ordenaban y limpiaban su apartamento en el Palacio Apostólico. ¿Por qué precisamente cuatro mujeres de CL? "Eso habría que preguntárselo a él -responde Carrón-. Estoy particularmente contento de poder ofrecer al papa emérito esta compañía, porque de este modo nos permite mostrarle todo nuestro agradecimiento por lo mucho que recibimos de él."
Todos los movimientos comparten la preocupación por el declive de la fe católica en Europa. La Comunidad de San Egidio, también.
Fundada por el profesor italiano Andrea Riccardi hace 44 años, la Comunidad de San Egidio tiene, además del componente religioso, una vocación muy política. No es casual que el propio Riccardi haya formado parte del gobierno de Mario Monti .
Su máxima figura en la Curia es el arzobispo Vincenzo Paglia, prefecto del Consejo Pontificio para la Familia. Pero, advierte el presidente de la comunidad, Marci Impagliazzo, "hemos encontrado en las diócesis de todo el mundo muchos cardenales afines que acogieron con entusiasmo nuestras iniciativas".
Estos cardenales no dudan de que Occidente necesite ser evangelizado de nuevo. El problema es cómo. "El desafío de la evangelización es el aislamiento, la soledad del individuo que no vive en comunidad. ¿Cómo llegar a él cuando está aislado? Por desgracia, la Iglesia no es consciente de este desafío."
Quizá lo entienda mejor el próximo papa.
© El País, SL.
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