domingo, 31 de marzo de 2013

Las 241 comunidades neocatecumenales valencianas...




Las 241 comunidades neocatecumenales valencianas inician mañana su misión evangelizadora en plazas públicas durante Pascua


• El Arzobispo preside la ceremonia de envío a las 20 horas en Santo Tomás


El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, presidirá mañana, domingo, la “celebración del envío” del camino Neocatecumenal para evangelizar en lugares públicos durante los domingos de Pascua.
La celebración tendrá lugar a las 20 horas en la parroquia de Santo Tomás y San Felipe Neri y, en ella, el prelado enviará a evangelizar por las plazas y calles a los integrantes de las 241 comunidades neocatecumenales presentes en 45 parroquias de la archidiócesis.Cada una de las comunidades estará representada en la celebración de mañana por los sacerdotes que las presiden y los responsables de ellas.
La misión, que deberán realizar todos los domingos de Pascua, consiste en acudir a alguna plaza cercana a la parroquia respectiva, para celebrar laudes y dar testimonio en público de la fe, además de cantar y bailar con el fin de “exteriorizar públicamente también la alegría de ser cristiano”, según han indicado fuentes del camino Neocatecumenal.

jueves, 28 de marzo de 2013

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     Después de su resurrección Jesús, confiando a los apóstoles la misión que había recibido del Padre, los envió a predicar el Evangelio a toda criatura y a realizar, mediante los sacramentos, la salvación que anunciaban. Para esta misión les aseguró su presencia permanente hasta el fin de los siglos y les infundió el Espíritu Santo [...].
    Desde entonces la Iglesia no ha dejado nunca de cumplir la misión que Cristo le ha encomendado, anunciando a los hombres la salvación, incorporándolos a la anticipación de la vida trinitaria en la comunidad que nace de ella, y enseñándoles a vivir según el Evangelio. En este sentido la Iniciación cristiana es la expresión más significativa de la misión de la Iglesia (Conferencia Episcopal Española, La iniciación cristiana, 13).
    La Congregación para el Clero dice en El Directorio General para la Catequesis en los nº 257-258 que "la parroquia es, sin duda, el lugar más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana. Ella está llamada a ser una casa de familia, fraternal y acogedora, donde los cristianos se hacen conscientes de ser Pueblo de Dios.

     La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades humanas que en ella se encuentran y las inserta en la universalidad de la Iglesia. Ella es, por otra parte, el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. Constituye, por ello, un espacio comunitario muy adecuado para que el ministerio de la Palabra ejercido en ella sea, al mismo tiempo, enseñanza, educación y experiencia vital." Y para ello da una serie de condiciones:
    a) La catequesis de adultos debe asumir siempre una importancia prioritaria. Se trata de impulsar "una catequesis posbautismal" a modo de catecumenado..., destinado a hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido.
    b) Hay que plantearse, con valentía renovada, el anuncio a los alejados y a los que viven en situación de indiferencia religiosa. En este empeño, los encuentros presacramentales (preparación al Matrimonio, al Bautismo y a la primera Comunión de los hijos...) pueden resultar fundamentales.
    c) Como referente sólido para la catequesis parroquial se requiere la existencia de un núcleo comunitario compuesto por cristianos maduros, ya iniciados en la fe, a los que se les dispense un tratamiento pastoral adecuado y diferenciado. Este objetivo se podrá alcanzar más fácilmente si se promueve en las parroquias la formación de pequeñas comunidades eclesiales.
    Este es el fin que tiene esta construcción junto al Templo, llamado "Catecumenium" porque hace referencia al catecumenado. Catecumenado procede etimológicamente del verbo griego katnxeo, que significa hacer resonar la fe, un lugar donde se puedan generar hombres nuevos que se vayan transformando día a día en la imagen de Jesucristo a través de la Palabra de Dios y de los sacramentos, en especial la Eucaristía; y lugar desde donde se puedan manifestar los signos del amor -...en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 35)- y la unidad -...como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado (Jn 17, 21) de los cristianos.
    Del mismo modo que se nos ofrece la primera comunidad cristiana en la Escritura después de la Resurrección y Ascensión de Jesucristo: acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones (Hch 2, 42). 
Kiko Argüello, iniciador del Camino neocatecumenal, en su intervención en el Sínodo de Obispos para Europa, en octubre 1999, dijo que la parroquia, ante la "aldea global" de McLuhan, pueda transformarse en una "aldea celeste", con una nueva estética: un Catecumenium, con espacios modernos para el culto y para la vida de las pequeñas comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir espacios para una nueva cultura.



                        Sala Resurrección (Verde)
 La Resurrección de Cristo es la victoria que destruye la muerte. El cuerpo glorioso del Hombre Nuevo reaparece en este mundo sin estar atado a sus leyes. Puede pasar a través de la puerta cerrada y desaparecer delante de los ojos de los discípulos. El Resucitado deshace todas las divisiones, está en total comunión: "El que de dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad". (Ef.2,14) Los dos apóstoles en primer plano son S. Andrés y S. Pedro que representan respectivamente la Iglesia de Oriente y la de Occidente.


                        Sala Pentecostés (Azul)
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.2 Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen”. (Actas 2,1-4)

Pentecostés es el envío del Espíritu Santo de parte del Padre, cincuenta días después de la Pascua. El icono muestra el colegio de los doce apóstoles, signo de las doce tribus de Israel. A la derecha de la Virgen está San Pedro y a la izquierda San Pablo que, por la magnitud e importancia de su obra de evangelización, es siempre incluido por la tradición entre los apóstoles. Cada apóstol tiene en su mano un rollo, símbolo de la predicación de la Buena Noticia. En la tradición occidental iconográfica, la Virgen aparece en el centro de los apóstoles. Su presencia recuerda las palabras de los Hechos: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres y de María la madre de Jesús” (Hch 1, 14). No era, de hecho, posible que Aquella que había recibido el Espíritu Santo en el momento de la concepción, no estuviese presente cuando el Espíritu Santo bajó sobre los apóstoles.

Pentecostés transforma al hombre de pecador en santo: los apóstoles, que habían abandonado Jesús en la hora de la pasión y todavía estaban llenos de miedo a pesar de las apariciones de Jesús resucitado, reciben un nuevo espiritu que los trasforma en testigos. Los apóstoles sentados forman un arco. Todos están en el mismo plano y son del mismo tamaño, es la armonía de la unidad, don del Espíritu Santo. El icono subraya el relato de los Hechos. Cada apóstol recibe “personalmente” una lengua de fuego. El Espíritu Santo se da en modo único y personal a cada uno.
Es la fiesta del nacimiento de la Iglesia, comunión entre los hombres. El Espíritu Santo hace aparecer sobre la tierra la revelación de la comunión celestial de las tres personas divinas.
El milagro de las lenguas en el primer discurso de San Pedro lo atestigua. Las lenguas, que en un tiempo habían sido confundidas, como recuerda el episodio de la torre de Babel, ahora se unen en el conocimiento misterioso de la Trinidad. La comunión alcanza tal intensidad que no se trata ya de un conocimiento a través de la lengua, sino de un hablar de espíritu a espíritu.


Sala Transfiguración (Roja)

“Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y les hizo subir aparte a un monte alto. Y fue transfigurado delante de ellos. Su cara resplandeció como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: --Señor, bueno es que nosotros estemos aquí. Si quieres, yo levantaré aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, de pronto una nube brillante les hizo sombra, y he aquí salió una voz de la nube diciendo: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. A él oíd." Mateo 17,1-5
Cristo aparece en el esplendor de su gloria divina, simbolizada por el candor de sus vestidos. Jesús muestra en sí la naturaleza humana revestida de la belleza original.
Elías y Moisés, con las tablas de la Ley en las manos, respectivamente a la derecha y a la izquierda de Cristo, son los profetas que anuncian la venida del Mesías. Cristo, en el centro de los círculos concéntricos que representan las esferas del universo creado, habla con ellos de su pasión gloriosa.

El icono representa el momento en que Dios hace escuchar su voz desde la nube.
La voz del Padre revela la verdad divina y turba a los apóstoles todavía completamente humanos. Hay un contraste entre la paz que circunda a Cristo, Moisés y Elías y el movimiento de los apóstoles en la parte inferior, que caen de la escarpada cima del monte. Pedro, a la derecha, está arrodillado; Juan, al centro, cae dándole la espalda a la luz; Santiago, a la izquierda, huye y cae hacia atrás.
Pedro maravillado por la visión, quería “establecer las tiendas” e instalarse en la Parusía, en el Reino, antes que la historia de la economía de la salvación llegase a cumplimiento. Pedro no recibe respuesta porque sólo a través de la cruz viene la Resurrección y el Reino.

Cristo se revela a los apóstoles en el esplendor de la gloria divina, para que no se escandalicen de su pasión ya cercana y comprendan que ésta es voluntaria.
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             Sala del Bautismo del Señor (Acogida)
Hasta el siglo IV el Nacimiento y el Bautismo del Señor se celebraban el mismo día, el 6 de enero, porque el Bautismo es, de alguna manera, la realización del Nacimiento. "Al nacer - dice San Jerónimo - el Hijo de Dios viene al mundo de modo escondido, en el Bautismo aparece de modo manifiesto". Antes, él no era conocido por el pueblo, con el Bautismo se revela a todos. El Espíritu Santo acompaña el crecimiento natural y progresivo de Cristo: "... progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia..."  (Lc 2,52). En el Bautismo los cielos se abren y el Espíritu Santo desciende sobre él como una paloma: "Y se oyó una voz que venía de los cielos: 'Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco"' (Mc 1,ll ) Cristo se revela realmente Hijo en sus dos naturalezas "verdadero Dios y verdadero Hombre". El Bautismo de Jesús es su Pentecostés personal, el descenso del Espíritu Santo y la manifestación de la Santísima Trinidad. Por eso la fórmula bautismal completa será: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Cristo con su mano derecha bendice las aguas y las prepara para que sean las aguas del Bautismo que reengendrarán al hombre a la vida nueva en el Lavacrum purificador del sacramento. En un himno de la fiesta ortodoxa del Bautismo de Jesús, él mismo dice a Juan: "Profeta, ven a bautizarme... tengo prisa por hacer morir al enemigo escondido en las aguas, el príncipe de las tinieblas, para liberar al mundo de sus redes donándoles la vida eterna" por eso Jesús entra en el Jordán, imagen de sepultura. De hecho, las aguas no santificadas, que recuerdan la muerte del diluvio, son llamadas "sepulcro fluido". San Juan Crisóstomo comenta: "La inmersión y la emersión son imagen del descenso a los infiernos y de la Resurrección". Juan Bautista está vestido de pieles, signo de su ser profeta y mártir. Es el testigo de la sumisión de Cristo, de su kenosis. En él toda la humanidad reconoce el amor divino hacia nosotros. El árbol con el hacha es imagen del misterio profético por el cual el Bautista anuncia la llamada a conversión, es el cumplimiento de la palabra evangélica: "Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego" (Mt 3,10) Los ángeles son los diáconos en el servicio litúrgico del Bautismo, prontos para secar y revestir al bautizado. Por eso tienen en sus manos las vestiduras de Cristo.

Esta sala es el lugar de encuentro de los hermanos antes y después de las celebraciones, lugar donde los mayores se sienten acogidos, espacio del ágape, eso y mucho más. 

En estas salas los hermanos de las comunidades neocatecumenales se reunen para las celebraciones de la palabra y de la eucaristia. También en ellas se dan las catequesis de niños, adultos, presacramentales (Bautismo, comunión, confirmación y matrimonio), etc... transmitiendo la fe en espacios dignos y celebrativos.
La dignidad de las salas y su estética nos hablan del diseño de Amor que Dios tiene con nosotros.
Esta es nuestra parroquia. Ven y lo verás. Jn 1,46

Carta matrimonio itinerante del Camino Neocatecumenal ante la .


http://parroquiacristorey.net/web%20pcristorey/xtoreysalamanca/articulos_interes/165%20Carta%20matrimonio%20itinerante%20del%20Camino%20Neocatecumenal%20ante%20la%20muerte%20de%20una%20hija.html

Queridos Hermanos:

La paz del Señor, que está cerca, esté con ustedes. Queremos contarles la experiencia que ha sido la pascua de nuestra hija Ester en medio de nosotros.

Esta pascua, creo que empezó hace 18 años, y no me refiero exactamente a su nacimiento (26/09/1992), sino que, a los tres meses de estar con nosotros Ester sufrió un proceso viral que nadie supo decirnos realmente qué era. Ella estuvo tres días en una camilla en emergencia, y luego 43 días en UCI. Dios en aquel momento no quiso llevársela, aún no era el tiempo, pero con este primer acontecimiento, ya nos había dado una palabra, nos estaba preparando, como cuando Jesús se pierde tres días y es hallado en el templo, luego estaría tres días en el sepulcro.

Ceci me comentó que en aquel momento le pidió al Señor que Ester no muriera, porque como madre, no lo hubiera soportado en ese instante.
Lo que ella recuerda de esa enfermedad, son los constantes pañales que le cambiaba por las continuas diarreas, hecho que se le quedó grabado, y que después entendería porqué.

Hace 5 semanas empecé por las tardes a preparar en casa las catequesis de los Novísimos, sobre la mesa del comedor, lugar en el que dialogo con los chicos. Fueron tres días de diálogo con todos, sobre la Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. A Ester le hacía gracia lo de las características de los cuerpos gloriosos, sobre todo lo de la Agilidad, ya que naturalmente, ella era así, salía a la universidad, y de regreso podía visitar dos o tres casas de hermanos que estaban pasando alguna crisis. Esta catequesis nos fue preparando, Ceci me dijo que ahora entiende que, si los Novísimos se retrasaron 4 años como tema de la convivencia de inicio de curso, uno de los motivos fue por Ester.

El viernes 17 los chicos terminaban todo lo académico, por la tarde preparábamos las maletas para salir al día siguiente, a primera hora, con destino a Lima. Ester rindió los últimos dos exámenes ese día en la U, y terminó el primer año de Psicología sin ningún contratiempo. 

Estando ya con casi todas las maletas hechas, y siendo las 10:10 p.m. aprox. Dios empezó lo que sería la pascua definitiva de nuestra hija, estando sentada en el sofá más grande del 2º piso de casa, rodeada de todas sus hermanas y su madre, empezó a retorcerse y luego se estiró en el sofá, perdió el conocimiento y empezó a vomitar. Se había desatado el accidente cerebrovascular, la llevamos a un hospital y luego, ante la gravedad, se le trasladó a otro de mayor  categoría. El doctor fue sincero desde un inicio, y nos dijo que era algo grave en extremo.

Ahí empezó el combate interior, estoy convencido que existen demonios especiales, que son soltados de los infiernos para atacar a los hombres y destruirlos en estos momentos de dolor, pero estoy mucho más convencido de que todos ellos están sometidos bajo los pies de Aquel que reina a la derecha del Padre. Yo me pregunto. ¿Cómo se puede vivir estos acontecimientos sin la fe, sin la oración de la Iglesia, sin catequistas, sin una comunidad? Realmente ha sido terrible el ataque del demonio para querer convencernos de lo contrario del Amor de Dios. Ahora entiendo de manera más profunda, porqué frente a tanto dolor, lo
demonios llevan a tanta gente a la desesperación, y luego al suicidio.

Es en este momento, que Dios envía a sus ángeles para sostenernos, varios hermanos nos auxiliaron en los trámites y económicamente. 
Le dije a Ceci que fuera a casa e intentara descansar, para tomar la posta al día siguiente, eran las 2am del sábado 18. El Padre Romulo Jibaja hizo la Unción de los Enfermos. Antes de retirarse, Ceci ayudó a acomodar y asear a Ester, en ese momento es que tiene que ponerle un pañal, porque se presenta la incontinencia, y comprendió en ese mismo instante, que aquella petición que Dios había acogido hace 18 años, se había completado.

Yo me quedé ayudado por tres hermanos, Sebastián (familia en misión), Felix y Luz (responsables de Ester). A las 3am. me dejaron pasar a verla, abrí un evangelio al azar y salió la curación en sábado de un hombre que tenía la mano seca, los sentimientos se mezclaban, yo quería creer que ella se recuperaría, pero el anuncio era claro: se venía La Hora. Con la ayuda de estos tres hermanos, he rezado toda la noche de todo.

Ceci regreso a las 8am. Y a las 9am. Se decide ponerle un drenaje para descomprimir el cerebro. En ese momento ya éramos sostenidos por cientos de hermanos que rezaban. Lo hacían también varios conventos: Los tres de la Madre Theresa, 5 conventos más en España, 4 más en el Perú (Ayacucho, Piura y Chiclayo). Mi hermano Carlos estaba en convivencia de inicio de curso en Ica, los Novísimos se estaban haciendo carne.

Las siguientes horas fueron esperar y rezar, el dren ayudó poco, Ceci y yo nos vimos a las 2:15pm. nuevamente para hacer el cambio, Ester había sido trasladada al 5º piso del hospital, luego de la intervención, Ceci se retira a casa y yo me quedo con Jesús (otra familia en misión).

A las 3pm. hace un paro cardiaco, del cual logran sacarla, pero se declara la muerte cerebral. Llame a Ceci, para que vengan con todos sus hermanos a despedirse, los demonios atacan, voy con Jesús al santísimo y me deshago en lágrimas. Jesús me sostuvo, rezamos intensamente y volvió la paz. Subí junto a Ester y le dije las palabras de la Madre de los mártires Macabeos en voz alta “Yo no sé cómo apareciste ni cómo te formaste dentro del seno de tu madre, yo no te di la vida, El que te la dio, ahora te llama ¡Vuelve a Dios hija mía, no tengas miedo!” toda esta plegaria la hice a viva voz en la
UCI, sé que todos se quedaron perplejos a mi alrededor.

Llegó Cecilia con nuestros hijos y unos 30 hermanos, que fueron entrando uno a uno para rezar y despedirse de Ester, estaban todos los hermanos y curas de la misión en Piura. A las 5pm. todos se retiran, nos quedamos con Ceci. Los demonios hacen su último ataque sobre el cuerpo de Ester, la doctora y enfermeras responsables de turno, de manera insistente y descarada, piden que aceptemos donar los órganos; ante nuestra negativa se enfadan, llegan a decirnos que ya no la asistirían en caso de otro infarto. Las enfermeras contraatacan amenazándonos que harían la autopsia sí o sí, la verdad es que detrás
de todo esto, está el dinero, dependiendo del órgano son más de miles de dólares que te dan con este tráfico, no es cómo esta doctora decía,
amor a los necesitados, o prolongar su vida en otros, la verdad era, que querían enriquecerse a costa de las circunstancias.

Fueron tres horas en esta situación, cuando al tocar el cambio de turno a las 8pm, en medio del dolor me enfrenté a la doctora que llegó, y la palabra que le di acabó haciéndola doblar la cabeza y no insistir más. A partir de ese momento los demonios retrocedieron ante la fuerza de Dios. Se acercaba La Hora. Ofrecimos los sufrimientos por la conversión de Piura y Chiclayo, por la vuelta de los hermanos alejados y por la evangelización en general. Me hago nuevamente una pregunta ¿Cómo pueden las personas vivir estos instantes previos a la muerte en la soledad y sin una esperanza de transcendencia?

Yo les pido, como reflexión, que no abandonen a ningún hermano ni a ningún familiar en la hora de su muerte, no escatimen esfuerzos.

Son las 8:30 p.m., llegan nuestros dos hijos de Lima, Raquel y Josué; 15 minutos más tarde llegan los demás, Efraím, Noemí, Débora, Andrea y Miriam, que estaban en la Eucaristía. A las 9 pm. se detiene el corazón de Ester.

Estábamos los 9 a su alrededor, proclamamos los 4 evangelios de la resurrección, cantamos los salmos, la teníamos todos cogida de sus manos y pies y le dábamos palabras de ánimo para que fuera al padre, lloramos. El último evangelio al azar, fue el de Jesucristo camina sobre las aguas, “soy Yo ánimo no temáis no soy un fantasma”. El alma de Ester se había separado de su cuerpo y estaba en la presencia del Señor. El primero al que llamé fue a José Luis del Palacio para contarle lo sucedido.

A las 11:30 p.m. estábamos en el Centro Neocatecumenal para celebrar las exequias. Lo tuvimos muy claro desde el comienzo, era un momento primordial para anunciar a Jesucristo vencedor de la muerte. Esa noche, lo primero que dije es que: los catequistas enfrentamos el sufrimiento, como cualquier otra persona, es decir sentimos lo mismo; pero la fe, nos sostiene. También hablé de la importancia de la castidad, de la virginidad, de la pureza para gloria de Dios, que se hallaban en Ester.

Ella tenía una gran ascendencia entre los jóvenes (colegio, universidad, comunidad) los he animado a mantenerse en este estado y experimentar la felicitad que tenía nuestra hija, que viene del Señor.
Todo se aprovechaba para anunciar el evangelio. Al día siguiente, han llegado, mis hermanos de sangre y de comunidad, unos por la mañana, otros por la tarde. En los laudes mi hermano Ricardo ha partido la palabra y ha anunciado a Jesucristo. Al medio día se acercó el Arzobispo de Piura para hacer el Responso, dando una palabra muy oportuna. Hemos celebrado la Eucaristía a las 6pm. y a las 9:30pm. las vísperas, en todo momento hubieron hermanos acompañándola, con cantos y oraciones.

El lunes 20, día de la sepultura, hemos celebrado las laudes a las 10 am., mi hermano Carlos anunció esta vez el kerigma. Creo que durante todas las exequias, aproximadamente unas 2 mil personas habrán pasado durante diferentes horarios. A las 2pm. fue la Eucaristía final en su parroquia Cristo Rey, asistieron aprox. ochocientos hermanos, 17 presbíteros. Fue realmente espectacular esta celebración, digna de la realeza a la que ya hacía referencia su nombre, y de la cual todos los hijos de Dios estamos llamados a participar. A las 4 pm. fue la sepultura, nos acompañaron alrededor de 400 hermanos, la sepultura fue
bendecida con agua del Jordán, cuando descendía el cajón al sepulcro, hemos cantado el Credo y pusimos sobre su él tierra del monte de la Ascensión . Al final hemos danzado: Cuántos bienes nos ha dado el Señor.

No es lo normal que los padres sepulten a sus hijos, pero entiendo que es la misma justicia que Dios ha resuelto realizar, frente a nuestros pecados para salvarnos, y si nosotros tenemos sentimientos cuánto más Dios, y si su hijo murió y entró en el sepulcro, acaso él no lo habrá sentido.
Esperamos que esta primicia que Dios ha querido llevarse de nuestra familia, redunde en frutos de santidad en nosotros, para renovar
nuestro celo por el anuncio del evangelio. 
Les pedimos a todos que recen mucho por nuestra familia, porque como comprenderán, los días que vienen son difíciles, y nosotros somos muy pobres.

A todos que pasen una Feliz y Santa Navidad y esperamos que este testimonio les ayude en su conversión, y a valorar el corto tiempo que tenemos en esta vida para convertirnos. Ester tenía 18 años, y estoy convencido de que ella no desaprovechó el tiempo que Dios le dio, y como padres podemos confesar que ella tenía las maletas listas para iniciar el viaje a la Jerusalém Celeste.

La paz,
Gian Franco y Cecilia

Homilía del Papa Francisco en la Misa Crismal


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Homilía del Papa Francisco en la Misa Crismal

Queridos hermanos y hermanas
Celebro con alegría la primera Misa Crismal como Obispo de Roma. Os saludo a todos con afecto, especialmente a vosotros, queridos sacerdotes, que hoy recordáis, como yo, el día de la ordenación.
Las Lecturas nos hablan de los «Ungidos»: el siervo de Yahvé de Isaías, David y Jesús, nuestro Señor. Los tres tienen en común que la unción que reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos... Una imagen muy bella de este «ser para» del santo crisma es la del Salmo: «Es como óleo perfumado sobre la cabeza, que se derrama sobre la barba, la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento» (Sal 133,2). La imagen del óleo que se derrama, que desciende por la barba de Aarón hasta la orla de sus vestidos sagrados, es imagen de la unción sacerdotal que, a través del ungido, llega hasta los confines del universo representado mediante las vestiduras.
La vestimenta sagrada del sumo sacerdote es rica en simbolismos; uno de ellos, es el de los nombres de los hijos de Israel grabados sobre las piedras de ónix que adornaban las hombreras del efod, del que proviene nuestra casulla actual, seis sobre la piedra del hombro derecho y seis sobre la del hombro izquierdo (cf. Ex 28,6-14). También en el pectoral estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel (cf. Ex 28,21). Esto significa que el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón. Al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires.
De la belleza de lo litúrgico, que no es puro adorno y gusto por los trapos, sino presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado, pasamos a fijarnos en la acción. El óleo precioso que unge la cabeza de Aarón no se queda perfumando su persona sino que se derrama y alcanza «las periferias». El Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite... y amargo el corazón.
Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia. Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe. Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo, llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le llegue al Señor: «Rece por mí, padre, que tengo este problema...». «Bendígame» y «rece por mí» son la señal de que la unción llegó a la orla del manto, porque vuelve convertida en petición. Cuando estamos en esta relación con Dios y con su Pueblo, y la gracia pasa a través de nosotros, somos sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres. Lo que quiero señalar es que siempre tenemos que reavivar la gracia e intuir en toda petición, a veces inoportunas, a veces puramente materiales, incluso banales – pero lo son sólo en apariencia – el deseo de nuestra gente de ser ungidos con el óleo perfumado, porque sabe que lo tenemos. Intuir y sentir como sintió el Señor la angustia esperanzada de la hemorroisa cuando tocó el borde de su manto. Ese momento de Jesús, metido en medio de la gente que lo rodeaba por todos lados, encarna toda la belleza de Aarón revestido sacerdotalmente y con el óleo que desciende sobre sus vestidos. Es una belleza oculta que resplandece sólo para los ojos llenos de fe de la mujer que padecía derrames de sangre. Los mismos discípulos – futuros sacerdotes – todavía no son capaces de ver, no comprenden: en la «periferia existencial» sólo ven la superficialidad de la multitud que aprieta por todos lados hasta sofocarlo (cf. Lc 8,42). El Señor en cambio siente la fuerza de la unción divina en los bordes de su manto.
Así hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones. No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al Señor: los cursos de autoayuda en la vida pueden ser útiles, pero vivir pasando de un curso a otro, de método en método, lleva a hacernos pelagianos, a minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en que salimos con fe a darnos y a dar el Evangelio a los demás; a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada.
El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco – no digo «nada» porque nuestra gente nos roba la unción, gracias a Dios – se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor «ya tienen su paga», y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja», pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres. Es verdad que la así llamada crisis de identidad sacerdotal nos amenaza a todos y se suma a una crisis de civilización; pero si sabemos barrenar su ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes. Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción – y no la función – y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús.
Queridos fieles, acompañad a vuestros sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios.
Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido.